Por MsA. Ing. Jaime Yáñez Peña, Gerente General y Fundador en Beam23
Estamos presenciando, desde hace algunos años, una potente transformación del esquema de empleo de una economía dependiente a una economía de startup, y parece no haber vuelta atrás. La competencia cada vez mayor, la transformación tecnológica y la flexibilización de la economía a un modelo más ágil, tema que he explorado en posts pasados, nos impulsan a una estructura de autoempleo y emprendimiento con la que muchas profesiones son compatibles.
Esta transformación no es sólo un cambio contextual, sino que además sincroniza con el creciente deseo de explorar el propio camino y desatar nuestro potencial al máximo. Sin embargo, emprender no es una tarea fácil aunque los beneficios puedan ser muchos.
Pasar de una economía tradicional con estructura legal basada en el empleo dependiente a una economía emprendedora exitosa que tanto anhelamos, requiere de un proceso de cambio paulatino, que debe desarrollarse en varias fases intermedias. En primer lugar, debemos ser capaces de transformar el paradigma del emprendedor, en donde se idealiza un proyecto como único medio del autoempleo y desarrollar una verdadera educación emprendedora para jóvenes, que permita el desarrollo de proyectos de emprendimiento sostenibles a largo plazo, pero flexibles frente a los constantes cambios que un emprendimiento trae en su nacimiento y madurez. En segundo lugar, transformar la estructura legal y economía a una en la que pueda florecer el autoempleo como una opción sensata que no implique más riesgos de los naturales.
El primer paso entre el sueño del emprendimiento y la ejecución exitosa del mismo es una gestión de riesgos correcta, no solo a nivel gerencial, sino personal. Un emprendedor exitoso debe estar dispuesto a asumir el riesgo del fracaso del negocio y el fracaso personal, y estar preparado. Mi experiencia personal y profesional me ha enseñado que para emprender exitosamente no hay receta, pero tres cosas son fundamentales y necesarias: la valentía de dar el primer paso, la perseverancia para afrontar los problemas y fracasos y flexibilidad para solucionar o incluso aprovechar y volver a nuestro favor cualquier cambio contextual o interno que ocurra durante el desarrollo e implementación del proyecto. Estar preparado para problemas cuya forma desconocemos no es fácil y es una de las constantes a las que nos enfrentaremos al emprender.
Por otro lado, la educación para emprendedores debe estar basada en experiencia. La experiencia, tanto ajena como propia, es la mejor herramienta educativa si lo que se busca es generar flexibilidad y proyectos sostenibles. Esta herramienta permite entender que una idea puede no ser buena al inicio pero puede desarrollarse hasta encontrar el lugar adecuado, o modificarse hasta alcanzar la forma de un proyecto de larga vida.
Y por último, tener siempre como motivación el hambre constante de aprender, sobre todo, de la caída: Aprender a transformar la idea de fracaso a una oportunidad de continuar es el tesoro más importante del emprendedor.
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Source: Cusco Noticias