En el mundo, los destinos turísticos reconocidos, y más aún, los que cuentan con una maravilla, trabajan de manera coordinada y efectiva para que los objetivos por los cuales desarrollan la actividad turística cumplan con su propósito: desarrollo económico y social.

Es grato ver, leer, escuchar e incluso sentir orgullo de las buenas nuevas respecto a la declaración que el Perú es nombrado como el destino turístico ideal de estos tiempos, asimismo Machu Picchu como el atractivo o maravilla mundial a visitar.

Pero la preocupación crece en igual proporción cuando vemos, leemos, escuchamos e incluso sentimos desilusión e incluso vergüenza, sobre cómo están los servicios turísticos, en términos generales, en nuestro medio, mención aparte, los factores críticos como la inseguridad y contaminación. 

Manifestamos que la inquietud crece porque percibimos que poco o nada se hace por mejorar o cambiar de actitud por parte de los servidores turísticos de los sectores público y privado, al respecto consideramos preocupante, porque los empresarios locales consideran que alguien debe apoyarlos en la mejora de la prestación de sus servicios, es decir el sector público, y ese alguien (el sector público) estima que “hace” lo suficiente, ahora bien, analicemos ambos sentidos.

LOS FAMOSOS CARGOS DE CONFIANZA.

En primer lugar está el sector público: que confía el desarrollo del trabajo turístico a personas ajenas a la actividad con la figura de “cargo de confianza”; me explico; sin desmerecer la labor de abogados, economistas, arquitectos, ingenieros y otros bienaventurados compañeros del partido del gobierno de turno, quienes son “colocados” literalmente a cargo de la conducción de la actividad turística, experimentos sociales que significa demasiado en términos de sostenibilidad de la actividad, y que tienen como base o premisa de su actividad el siguiente mandato: “aquí no se decide nada”, lo que significa que las decisiones en el sector, son tomadas desde el centralismo, quienes muy ajenos a nuestra realidad toman medidas fuera de contexto a los intereses de la región. Sin dejar de mencionar la mala distribución de los dividendos obtenidos por la actividad. 

Es preciso también apuntar que, por ejemplo, los ingresos del boleto turístico, de la región no se reinvierte en la mejora de la actividad; obteniendo como resultado nuevamente, una víctima: el cliente o visitante (turista), y finalmente el destino que se ve mermado con estas actitudes y posturas del sector público.

En segundo lugar están los empresarios del sector privado, quienes no se agotan de seguir improvisando los servicios que brindan, llámese restaurantes, hoteles, agencias u otros, si consideramos el uso de una estrategia empresarial al hecho de no contratar y remunerar mano de obra calificada para efectuar los servicios que brindan, es decir, prefieren contratar servidumbre para sus servicios sin formación y muchos de ellos son personal de contacto directo con los usuarios, está claro que es con el único fin de abaratar costos y supuestamente obtener más ganancias, no importándoles las consecuencias que acarrea dicha postura, especialmente al destino turístico. A esto se suma la idea remota de los empresarios de invertir en capacitar a los trabajadores con los que cuentan, considerando a la capacitación como gasto y no como lo que es: una inversión.

UNA ACTIVIDAD QUE NO MERECE COLAPSAR.

Esperamos con gran ilusión, que en la presente coyuntura política, que es el cambio de gobierno regional y local, se reestructure o replantee la actividad turística que poco aporta a las necesidades de la región, y que no sea de beneficio solo de los “inversores de fuera” que ante el adormecimiento de los que dirigen la actividad y el nuestro propio, han estructurado sus mecanismos en beneficio de sus intereses.

De continuar esta situación, el futuro de nuestro destino turístico colapsará de manera catastrófica en un tiempo no muy lejano, ya que la competitividad de destinos en el mundo está presente y vigente, prueba de ello es que otros destinos cuentan con mayor afluencia de visitantes, inclusive sin ser poseedores de una maravilla como la nuestra.

Es hora de modificar y enrumbar los destinos de nuestra actividad en la región, por qué no emular el trabajo basado en el esfuerzo y una buena dosis de actitud positiva como lo hace por ejemplo la región de Arequipa, quienes incluso con menos recursos obtienen resultados de primer nivel en aspectos relevantes en cuanto a organización, gestión, resultados y control sus resultados con características de eficacia; esto porque emplean bien el término coopetencia (no competir entre ellos sino unir esfuerzos para competir con otros), esto porque valoran la actividad turística como fuente de desarrollo económico y social.

Está claro que en nuestro medio no se gestiona porque no se sabe gestionar y lo que es pero no se deja gestionar la actividad turística, con una actitud netamente de “hortelano”.

Todo lo manifestado líneas arriba, tienen como objetivo, motivar a despertar en claro y sano interés u objetivo de mejorar la actividad turística en nuestra región e infundir en todos los actores a mejorar el destino por parte de todos los que estamos involucrados, sean estos autoridades, empresarios, profesionales, academia y todos a los que convoca y componen el turismo.

Asumamos nuestro compromiso desde la tarea que efectuamos en el día a día, con el compromiso de sumar.

Por. Mg. Marco F. Carpio Sánchez.


Source: Correo