El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) acaba de hacer ajustes en la medición del índice de pobreza en el Perú. Las modificaciones buscan corregir errores detectados en la medición anterior, como una población rural sobrestimada, actualización de los hábitos de consumo y la tabla de conversión de alimentos en calorías (que tenía más de 15 años), entre otros aspectos, por lo que se espera que la nueva medición sea mejor.

En las nuevas cifras de la pobreza (total y extrema) destaca que estas también muestran una tendencia decreciente entre el 2014 y el 2017, descendiendo de 58.5% a 30.8% (y de 16.2% a 7.6% para el caso de la pobreza extrema). Y disminuyen tanto en el sector urbano como en el rural. Es decir, se corrobo­ra el efecto positivo del alto crecimiento económico de los últimos años en la rebaja de la pobreza.

Sin embargo, se deben explicar mejor los resultados de la nueva medición. Por ejemplo, una pregunta por responder es por qué los índices de pobreza to­tal nuevos son más altos entre el 2012 y 2015; y por qué siendo más altos en casi todos los dominios geográficos en el 2017, resulta menor el índice na­cional. Un dato que sorprende es que la pobreza ru­ral (en la sierra sobre todo, pero también en la selva y en la costa) es mayor a la que se conocía, ya que el programa de transferencias condicionadas Juntos (cuyas evaluaciones internacionales dicen que fue exitoso) estuvo y está enfocado en el sector rural más pobre. También sorprende que con la nueva medición la pobreza total rural resulta mayor (61% frente a 54.2%) y que la pobreza extrema resulta menor en la zona urbana (1.9% frente a 2.5% an­terior). Asimismo, debe explicarse un poco más por qué el monto de gasto que separa a los pobres de los no pobres en el 2015, bajó de S/. 264 a S/. 260.

Más allá de ello, lo que habría que cuidar mucho son los procedimientos en los cambios de medición de indicadores económicos o sociales como este. No sería correcto, como ha trascendido, que esta nue­va medición haya estado lista durante el gobierno anterior y que no se aplicó por cálculo político. Una mención aparte es la situación de desigualdad, que aún sigue causando escozor a algunos sectores que se niegan a ver la realidad. Los resultados demues­tran el impacto positivo de la política económica de los últimos años, pero el crecimiento no es suficien­te para disminuir la pobreza estructural.

Y pensar que a nivel urbano, la pobreza se redujo 2 puntos porcentuales a un 19,1%, mientras que en el ámbito rural cayó 6,1 puntos al 54,2%.

De esta manera, se constata que la sierra y la selva presentan las tasas más altas de pobreza extrema (al no acceder a una canasta mínima de alimenta­ción), de un 20,1% y un 12,8% respectivamente, muy por encima de la registrada en la costa, del 2%.

En síntesis, el valor de la canasta alimentaria en esas zonas rurales es de 137 soles o apenas unos 50 dólares al mes.

La región de Huancavelica, sigue siendo la más po­bre del país, pese a que es rica en minerales y cuen­ta con la presencia de importantes mineras como el local Buenaventura. Finalmente, muchos poblado­res pobres siguen protagonizado protestas durante el presente gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, en algunos casos en demanda de una mayor tajada de los beneficios de las empresas y molestos por no gozar de los frutos de la bonanza económica. Así sea.


Source: El Sol