Por: Rolando Donayre

Es interesante que para organizar la vida –y de alguna manera también controlarla– los hombres hayamos inventado el conteo del tiempo. De esta manera, las fuerzas de la naturaleza expresadas en la ferocidad de los vientos, copiosas lluvias, calor sofocante o gélido frío dejaron de dominar o condicionar la existencia de los seres humanos.

Entonces, al tomar conciencia que existen y se repiten de manera cíclica los días, las semanas, los meses y años, así como la primavera, verano, otoño e invierno, la humanidad comenzó a anticiparse y defenderse de sus efectos. Aprendió a juntar alimento y trabajar duro para almacenarlo y no morir cuando el verdor desaparecía de sus campos.

Adquirió aprendizajes valiosos que le hicieron sobrevivir ante un mundo hostil y cruel. De esta manera, también desarrolló un enfoque de la vida que, vez tras vez, lo volvía a colocar en el mismo punto de donde había partido.

Y aunque el conteo del tiempo salvó al hombre de morir, paradójicamente hoy en día también le ha robado las ganas de vivir, al caer en una insípida monotonía y pesimismo.

Desde el punto de vista de la publicidad, lo cíclico trae oportunidades para el mundo de los negocios. De esta manera, la gente es expuesta a campañas navideñas con cientos de productos de ocasión, precios irrepetibles y arengas de hashtags #CompreAhoraoNunca.

Lo cíclico volverá a proponernos una siguiente campaña por el Día de los Enamorados, Día de la Madre, del Padre, Fiestas Patrias, Día de la Canción Criolla, Halloween, y otros más salidas de las neuronas de la fauna marketera, embadurnadas de alguna maestría online.

Sin embargo, la vida vista desde lo cíclico no es del todo real. Ello es solo un invento, una convención, una manera de acomodarnos a la existencia. La vida también puede ser contada de manera lineal.

Así las cosas, entonces podemos llegar a la alegre conclusión de que nada en la vida se repite y que cada uno de los días que tenemos es totalmente singular y único.

Como lo explicó Eráclito de Efeso, que nadie puede bañarse dos veces en un mismo río, porque, aunque aparentemente el río es el mismo, sus elementos, su cauce, el agua que corre por él han cambiado siguiendo el compás del tiempo. Este conocimiento es maravilloso. Jamás hubo ni habrá un día como hoy, aunque parezca que volvemos al punto de partida. No se equivoque y haga la prueba para darle un enfoque nuevo a su vida, familia y negocio.

Vivir es una nueva oportunidad. Lo que le ocurrió el año pasado no tiene por qué repetirse hoy. Anímese y tome lo que la Biblia nos propone para vivir felices: “Enséñanos [Dios] a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”, Salmo 90: 12. Que tenga un feliz y lineal Año Nuevo, porque, finalmente, usted decide.


Source: El Sol