La tecnología ha tenido estrecha relación con los fenómenos socio-políticos que se han sucedido como hitos históricos de la humanidad, así el tránsito de la edad de piedra a la edad de bronce y de ella a la edad del hierro, han implicado, que factores tecnológicos (seguramente primitivos) y de orden variado, definieran los nuevos medios de satisfacción para las necesidades humanas, concretamente los medios de producción.
La situación descrita alcanzó dramatismo, cuando a finales del siglo XVIII e inicios del XIX, como parte del mejoramiento y desarrollo que introdujera James Watts, en las máquinas de vapor inglesas, la denominada “Primera Revolución Industrial” y los conceptos que de ella derivaron, como la división del trabajo (a partir de la necesidad de especialización en la mano de obra), transformaran al mundo, de modo tal que después de ella, en el ámbito productivo, social y político, nada volviera a ser como antes.
En los tiempos contemporáneos, la tecnología apareja innovación y cibernética, en esta última noción destaca nítidamente la “World Wide Web” (o internet), la cual, a decir del politólogo catalán Joan Subirats, no puede comprenderse más, como una simple herramienta o mera facilitadora de lo que habitualmente ya se desarrollaba a nivel individual, colectivo o estatal, correspondiéndole considerarla como el flamante escenario en el cual ha de desenvolverse la democracia misma y sus principios, pues el rol de las instituciones (públicas y privadas), de las personas y de las sociedades, se debe de redefinir, como consecuencia del dominio comunicacional y la marcada preponderancia de este aporte tecnológico, a las formas de participación ciudadana, tanto para la toma, como para la implementación de decisiones principalmente gubernamentales.
Subirats citando a Walzer, denuncia el denominado “déficit democrático” o de “sociedad alejada”, como un mal actual que no solo ha identificado el proceder del sector público, sino que eventualmente lo ha “cerrado”, creando la necesidad incuestionable de diseñar nuevas políticas orientadas a un “gobierno abierto”, de tal suerte que “sea Mahoma quien deje de ir a la montaña, y que la montaña se dirija hacia donde está Mahoma”.
La metáfora anterior nos permite la reflexión a cerca de la eficiencia de las políticas públicas, en tiempos en los cuales las necesidades de los ciudadanos parecieran ya no ser sectoriales, dando paso a un escenario cada vez más individual, no solo como consecuencia del empleo de mecanismos tecnológicos que permiten “oír la voz del ciudadano común”, sino porque resulta evidente que el poder económico se va imponiendo sobre el poder político, que Subirats entiende cada vez más circunscrito a demarcaciones territoriales relativas, en las que tanto lo público como lo privado, se encuentran a niveles colaterales, pero “hacia arriba” (respecto de organizaciones supranacionales) y “hacia abajo” (respecto de problemas de descentralización), dejan percibir inconvenientes de diversa naturaleza.
Entender el significado de un “e-government” en la actualidad, involucra únicamente el uso del recurso tecnológico en una dimensión instrumental, conforme cuestiona el experto en gobernanza Subirats, a tiempo de sugerir que los gobiernos (por tanto, el sector público en su conjunto), deben de avanzar hacia una noción de “e-democracy”, como un serio intento por mejorar la situación de la relación entre Estado (instituciones públicas) y ciudadanía, lo que implica revolucionar la forma concreta de operar el sistema o régimen político (polity), a partir del uso de internet.
La idea entonces consiste en llevar a la práctica, factores esenciales y principísticos de la democracia, a través de una plataforma tecnológica vigente y potente, dejando de verse como un accesorio propio de las “TICs”, para constituirse en el “campo de juego”, o sea en el renovado escenario en el cual, la participación de la sociedad e incluso de cada uno de sus integrantes, pueda plantearse de modo directo y específico.
Convendrá así desarrollar políticas institucionales que miren al “Estado Digital”, como una respuesta operativa del gobierno ante el flagelo de la corrupción y las nociones más elementales de justicia, libertad y derecho al desarrollo individual-colectivo; o sea, los fundamentos democráticos de la Revolución Francesa de 1789 y la consiguiente declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Bonnett y Segerberg, citados por Subirats, refieren que nos hallamos en el tránsito de la “acción colectiva” a la “acción conectiva”, la cual va funcionado como praxis política directa, tal y como ha ocurrido con las marchas “No a Keiko”, convocadas por redes sociales y que todos los peruanos tenemos presentes.
Por ahora se cuestiona que la tecnología actual y sus adminículos, aún no se encuentran accesibles para todos y por igual, dados los costos de los ordenadores y las tarifas de conexión al “internet comercial”. Al respecto, solo hace falta tomar la delantera para que el Perú sea considerado en los proyectos de dotación de internet gratuito que compañías internacionales como Google y Facebook ya vienen implementando con marcado éxito en África y Asia Central.
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Source: Cusco Noticias