“La historia de la distribución es siempre profundamente política”
Thomas Piketty
.1)  Piketty y Marx.
Hace  146 años, en Europa de 1867,  Carlos Marx público  su obra maestra: El Capital. En ella, Marx, cumplió el propósito de  develar las causas de la explotación del hombre por el hombre y, a su vez,  rebelar las leyes que rigen el funcionamiento  de la economía capitalista . Su éxito fue contundente, tanto es asi que en estos tiempos de crisis capitalista,  los argumentos de su crítica despiadada al capitalismo hacen perder los estribos a los “guardianes teóricos del gran capital” y, estos, desde luego,  no encuentran mejor argumento que declarar  su pensamiento como “un conjunto de teorías superadas por la historia”, pero lo cierto es que el viejo Marx  tiene mucho que decirle a la humanidad del siglo XXI, como por ejemplo, que las causas de la desigualdad se hallan en las bases mismas de la economía capitalista,  en la relación injusta y asimétrica entre la acumulación del capital y el empobrecimiento de los trabajadores, y en los injustos  mecanismos de distribución de la riqueza que predominan en la actualidad.
 
La desigualdad del siglo XVIII fue  propio de un régimen despótico  que se presentaba con fundamentos divinos más que democráticos: La monarquía.  Por esa razón, es más fácil entender que un régimen despótico y teocrático reproduzca la desigualdad que una sociedad que se precie de ser  democrática y desarrollada, como la actual. Sin embargo,  la desigualdad del siglo XXI es más  antiética e injusta, hecho que se acentúa con el correr del tiempo. Es en esa línea de razonamiento que  Thomas Piketty ha publicado  “El Capital en el siglo XXI” (2013). No es una obra de inspiración marxista ni mucho menos, pero confirma una de las tesis centrales de Marx: La acumulación del capital y la profundización de la pobreza, y la desigualdad.
Sin quererlo quizá y  desde otra óptica, y desde otra orientación política, Piketty, ha “vuelto” a demostrar que la desigualdad se profundiza en la medida que aumenta el rendimiento del capital privado, que poco tiene que ver con el “esfuerzo sacrificado” de las elites económicas en un contexto de “mercado competitivo y libre”.
Piketty  ha tratado de hacerle un seguimiento histórico a la  distribución del ingreso desde el siglo XVIII hasta  la actualidad y una de las conclusiones que deduce de sus investigaciones  es que la tasa de rendimiento del capital es superior  al incremento porcentual  del ingreso, e incluso, superior a los porcentajes del crecimiento económico de las economías mundiales. Esto quiere decir que a medida que pasa el tiempo la tasa de rendimiento del capital se incrementa en relación a los ingresos.  En otros términos, aquí se encuentra el fundamento sistémico de la reproducción de la desigualdad.
Para Marx el concepto más adecuado sería la acumulación del capital y de depauperación de la clase trabajadora. Ciertamente, a Piketty le interesa más la pregunta ¿Cómo reducir la desigualdad en el capitalismo? Que esta otra, por ejemplo, ¿cómo eliminar  la base estructural de la desigualdad?
Entonces, consecuente con sus posiciones Neo-keynesianas, Piketty propone gravar las ganancias del capital con un impuesto progresivo anual sobre el capital, cuyo objetivo sería  hacer que las ganancias del capital se incrementen en menor proporción  que el ingreso y el crecimiento económico.  Esto bajo el fundamento de que esas grandes ganancias  nadan tiene que ver con el libre mercado, dado que son producto del abuso y los privilegios de ciertas elites, como son , por ejemplo, las concesiones, precios monopólicos, tasas de interés especulativas, contratos sobrevalorados,  etc.
En todo caso, no se puede negar la utilidad de estas políticas en un contexto de  reformas económicas de carácter social e incluso en una etapa de transición a una sociedad socialista, pero queda claro que sus limitaciones están en que no eliminan las causas de la desigualdad, que implica ya, desde luego, cuestionar el capitalismo como sistema económico-social.
2)  Capitalismo y desigualdad en el Perú.
Siendo directos, se puede ver, a partir de indicadores oficiales que desde la década de los 90s la desigualdad en la distribución del ingreso se profundizo escandalosamente, esto se verifica fácilmente si uno observa la evolución de las ganancias empresariales y los sueldos de los trabajadores, pues estadísticamente la boca del cocodrilo  se abrió profundizando la brecha de ingresos, que es más leve que la desigualdad medida a partir del patrimonio acumulado.
Debe quedar meridianamente  claro que desde la dictadura neoliberal de Fujimori la distribución del ingreso entre las principales corporaciones y los trabajadores describe una brecha que acentúa la desigualdad. Pues en ese periodo ,como porcentaje del PBI los salarios pasaron de 30.1 % en 1990 a 20.9% del PBI en el 2009, al tiempo que las ganancias gran empresariales pasaron de 52.7% en 1990 a  62.8% del PBI en 2009.   En los años duros de la dictadura neoliberal se recortaron los derechos sindicales y se criminalizaron las protestas sociales. Esto fue indispensable para el proyecto neoliberal. Por eso es pertinente referirnos aquí a la relación entre la desigualdad y las luchas sociales por mejores salarios y queda nítido que las luchas de los trabajadores cumplen un rol fundamental en la lucha contra la desigualdad. Pues, en términos de desigualdad la derecha y las élites neoliberales solo han cedido cuando  se han sentido amenazadas por el movimiento social y su ascenso. Este hecho, por ejemplo,  es una de las sensibles omisiones de El Capital en el siglo XXI. Desde luego no anula los aportes de este a la crítica actual de la economía política.
Por otra parte, ya antes de dar por concluido este artículo haremos una última reflexión, por razones de espacio. Pues bien, y en el plano  netamente académico-crítico citaremos a un economista peruano: Adolfo Figueroa. Algunos de sus aportes  sobre el desarrollo y la desigualdad en el Perú son importantes. Por ejemplo, en el modelo de Sociedad Sigma (como el Perú) que él  desarrolla, existen ideas que explican las  fuentes estructurales de la desigualdad.  Estas fuentes son lo que él denomina los  “mecanismos de exclusión” del modelo económico. Un modelo, valga la aclaración, donde la educación  y las reformas no han funcionado como mecanismos igualadores o de reducción de la desigualdad. Dicho de otra manera, la educación es una condición necesaria, pero no suficiente para superar la desigualdad y el atraso en nuestras sociedades.
Ahora bien, una de las características principales de las sociedades sigma, como el Perú, es que son, según el autor, heterogéneas y desiguales; donde el subdesarrollo está condicionado por la historia que se arrastra desde la colonia.  Por ello principios como la justicia y democracia real terminan siendo palabras mayores en un país como el nuestro,  donde su carencia y negación es inadmisible. 
 El Perú se encuentra atascado, según Figueroa, en la “trampa de la desigualdad”, cuya superación exige “otro tipo de reformas”  que genere instituciones capaces de “eliminar” los “mecanismo de exclusión”. Este es el problema principal, en realidad. Pero esta idea no estaría completa sino dijéramos que la superación del subdesarrollo y la desigualdad pasan por derrotar y superar, en el terreno político a las grandes elites que dominan, saquen y venden el Perú.  Las relaciones de poder son una cuestión de principio para  hablar seriamente sobre desigualdad y subdesarrollo.
César Holguín
 
 
 
Bibliografía
Figueroa, Adolfo.
2001 Reforma en sociedades desiguales. La experiencia peruana.
2003  La sociedad sigma: una teoría del desarrollo económico
Piketty, Thomas.
2010  ¿Mejora la distribución del ingreso con la educación? Revista CEPAL
2013  El capital en el siglo XXI
Marx, Carlos
2000  El capital: critica de la economía política. Tomo I. Fondo de Cultura Económica.
Sweezy, Paul M.
1973 Teoría del desarrollo capitalista
Zapata, Toni
2013 ¿Desiguales desde siempre? Miradas históricas sobre la desigualdad.
Tags: Cesar HolguinColumnista

Source: Cusco Noticias