Pedro Pablo Kuckzynski ha llamado a la unidad del país para gobernar. Nada novedoso en estos últimos tres periodos presidenciales, si de discursos se trata. Sin embargo, las condiciones políticas son bastante diferentes y adversas, sobre todo cuando el Fujimorismo ha demostrado su más profunda antipatía contra el electo presidente.
 Para Pedro Spadaro, el Congreso de la República será dirigido por ellos durante estos cinco años con el afán de levantar la imagen del alicaído legislativo, lo cual, claro ésta, no es su propósito, sino el de llevar adelante la más férrea oposición contra el Ejecutivo.
Este escenario demuestra la polaridad del sistema político; dos poderes del Estado que podrían estar enfrentados entre sí en una disyuntiva de gobierno y sin un norte único a seguir a vísperas del bicentenario.
Esto es sumamente peligroso, si de institucionalidad se trata.
Recordaremos que en los años previos al bicentenario (1919), Augusto B. Leguía llego al poder, encontrando un Legislativo bastante adverso contra él, que lo limitaba como Presidente. Esto lo obligo asumir una postura bastante dura que derivó en una dictadura.
Casi cien años después, los hechos y los personajes podrían repetirse en esa suerte de recurrencia fatal del cual Marx hablaba.
Tenemos un gobierno presidencialista que requiere mucho del Legislativo para avanzar y por otra un Legislativo que no será nada sumiso a las iniciativas de PPK, sin embargo éste ha manifestado que de encontrar trabas en el gobierno podría disolver el Congreso. 
Si revisamos un poco la historia del Perú, veremos que los enfrentamientos entre el Legislativo y el Ejecutivo se originaron por diferencias de posturas políticas, orientaciones ideológicas y de filiaciones partidarias, sin embargo hoy no es así, la oposición del fujimorismo ¿en qué radica? ¿Cuál es su fundamento, su discrepancia? en nada, únicamente en antipatías políticas fundadas en los ataques sufridos durante la campaña política. ¿Y acaso la política no tiene mucho de eso?
Decencia y pies de plomo es lo que se requiere para estar en la política, saber asumir lo que viene y tener la valentía y el coraje de superar los ataques y puyas, sobre todo para  tener la vocación democrática de conducir al país.
Sin duda que la tan ansiada unida está muy lejos de ser concretada, sobre todo cuando el fundamento de la oposición es la rencilla.  Durante nuestra historia republicana ese ha sido el gran impedimento para concretar un proyecto de país capaz de unir a nuestra tan fragmentada sociedad.
Discursos como la unidad y reconciliación no dejan de ser solo épicas invocaciones de algunos que no saben escuchar y del cual muy pocos saben comprender.
Johann Oporto
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